La industria alimentaria es una importante rama en toda economía industrializada, cuyos productos están sujetos a una constante adaptación impulsada por la competencia mundial y las altas expectativas de los consumidores y las autoridades. La competitividad a largo plazo de una empresa depende en gran medida de su agilidad para adaptarse a este cambio. Los bajos márgenes en las ventas provocan una gran presión de costes y unas elevadas expectativas de producción interna. Al mismo tiempo entran en conflicto con un número cada vez mayor de SKUs y la disminución del tamaño de los lotes. Además, existen requisitos normativos críticos en materia de seguridad, calidad y trazabilidad de los productos, así como las necesidades de los clientes, como las tendencias nutricionales o las alergias.
La transformación digital promete dominar estos retos. La integración de las soluciones informáticas existentes y el desarrollo de una organización ágil permiten una alta eficiencia en el proceso de producción y una rápida adaptación a los cambios del producto, teniendo en cuenta los requisitos normativos y específicos de los clientes. Un análisis de las capacidades existentes y una hoja de ruta basada en este análisis también permiten una inversión dirigida.